Me siento incómoda hablando de Dios.
Es un tanto inexplicable. No es que no creo, pero tampoco creo ciegamente.
Si existe, existe. Si no existe, no existe.
Me siento ajena a él. No espero nada y tal vez, por eso, no espere nada de mi.
Pero me incomoda que me hablen de él, de los sacramentos, los pecados, el perdón y la confianza ciega.
El fanatismo freak de ciertas religiones; las personas que mienten, cagan a otros y son los primeros en ir a misa los domingos.
Lo retrógada que puede llegar a ser la Iglesia; el Vaticano; el machismo de la biblia y las contradicciones de la misma; las personas que intentan convertirme; los que leyeron Mateo y otros apóstoles, y ni se dignaron a leer un poquito más allá...
La explicación de todo esto, las personas que tratan de refutarme...
[Y si lo logran, qué? No me van hacer una cristiana modelo.]