Hoy fue un día demasiado asfixiante, seguramente.
Después de tantas premisas, llegué a una conclusión incómoda: de nada sirve acordarme de todos; mis pensamientos no hablarán por mí. Y a medida que me acercaba a la facultad, la mochila se volvía cada vez más pesada, y esa persona que estaba a mi lado no estaba allí porque yo hubiese hablado, sino porque ella misma había venido a buscarme.
No sirvió de nada todo lo que aprendí en una vida. Las relaciones sociales comenzaban a cesar mi respiración mientras...
...mientras todas esas personas que decían estar conmigo esperaban que hablara.
No puedo emitir palabra sin aire.