jueves, 28 de febrero de 2013

Que horrible es sentir que mi vida oscila al ritmo del tic tac de los relojes. No es que sea impaciente, no es que sea romántica, pero ellos son los únicos que me acompañan en mi desesperación.

Después de más de dos años en stand-by indefinido, siento que despierto, acompañada por depresión, agotamiento y, como siempre, inercia.

La situación está perfecta, además, para una nueva recaída; pero a partir de ahora y para siempre, no quiero levantarme más.